Autora: PhD. Isis Angélica Pernas Álvarez MSc. Hipnoterapia Clínica
MSc. Psicología de la Salud
Tomado del libro “Una buena compañía para la familia” (2017, coautora), editorial Ácana.
En cada uno de los aspectos que hemos tratado anteriormente, de una manera u otra está presente la majestuosa categoría de la comunicación; comunicarnos en pareja, en familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo, con los hijos y hasta con nosotros mismos constituye una acción cotidiana que no siempre la ejecutamos de la mejor manera posible.
Quiero ilustrar con dos ejemplos formas valiosas de comunicar sentimientos difíciles que les pueden servir de patrón para entre sus seres queridos crecer cada día más. El primero, la comunicación entre una pareja.
Juan estaba por irse al día siguiente en un viaje de negocios. Esa noche su esposa Virginia trató de crear cierta intimidad. Llevó un manjar a su habitación y le ofreció. Juan estaba concentrado leyendo en la cama y comentó brevemente que no tenía hambre. Virginia se sintió rechazada y se fue. Interiormente se sentía herida y enojada. En lugar de regresar y lamentarse sobre lo que ella consideró su grosería e insensibilidad, escribió una carta de amor. Después de escribirla, estuvo más dispuesta a aceptar y perdonar, regresó a la habitación y dijo: Esta es nuestra última noche antes de que te vayas pasemos algo de tiempo especial juntos.
Juan bajó su libro y tuvieron una noche encantadora. El escribir la carta le dio a Virginia la fuerza y el amor para persistir en captar la atención de su pareja. Se las presento asociada con algunas emociones y sentimientos.
Querido Juan:
Ira. Me siento frustrada de que quieras leer un libro y esta sea nuestra última noche juntos antes de que te vayas. Estoy enojada porque me ignoras. Estoy enojada porque no quieres que pasemos estos últimos momentos juntos. Estoy enojada porque no pasamos más tiempo juntos. Siempre hay algo más importante que yo. Quiero sentir que me amas.
Tristeza. Estoy afligida porque no quieres estar conmigo, siempre trabajas tanto. Siento que ni siquiera notas mi ausencia. Me entristece que estés tan ocupado, que no quieras hablarme. Me hiere que no te importe. No me siento especial.
Temor. Temo que ni siquiera sepas por qué estoy perturbada, que no te importe. Siento inseguridad de compartir mis sentimientos contigo, que me rechaces, que estemos apartándonos. Estoy asustada de no poder hacer nada al respecto. Temo aburrirte, no gustarte.
Pesar. Me siento perturbada por querer pasar el tiempo contigo cuando ni siquiera te importa. Lamento parecer exigente, no poder mostrar más afecto y aceptación. Lamento haberme mostrado fría cuando no quisiste pasar el tiempo conmigo. Siento no haberte dado otra oportunidad. Me duele haber dejado de confiar en tu amor.
Amor. Te amo. Por eso traje el mango Quise hacer algo para complacerte, pasar un tiempo sano y especial juntos. Sigo deseando pasar una noche única. Te perdono por mostrarte tan indiferente hacia mí, por no responder de inmediato. Comprendo que estuvieras en medio de una interesante lectura. Pasemos una noche íntima y afectuosa. Te amo,
Virginia.
PD. La respuesta que me gustaría escuchar: Te amo, Virginia, y también quiero pasar una noche afectuosa contigo. Te voy a extrañar.
Son muchas las formas que hacen reflexionar y movilizan al cambio; quisiéramos compartir con ustedes preguntas de un texto cuyas respuestas apuntan a lo difícil que se hace la comunicación afectuosa cuando tenemos de base sentimientos negativos, los que se comienzan a instalar desde edades tempranas. En este minuto pensar en “si nuestro pasado hubiese sido diferente qué distinto todo sería”, no es lo que nos va a resolver el problema, solo nos sirve para no hacer con los hijos lo mismo y que ellos no salgan tan dañados en sus primeros dieciocho años de vida, los que regularmente pasan a nuestro lado.
Es muy importante la comunicación en los primeros dieciocho años de vida. El autor considera que a lo largo de
estos años de crecimiento los seres humanos habrían estado gradualmente en condiciones de dominar sus emociones del mismo modo en que supeditan la facultad de caminar, correr o hablar. Habría sido una habilidad aprendida como reír, saltar, leer, entre otras. Tenemos que esforzarnos para aprender cada día cómo comunicar los sentimientos, sea cual fuere el grado de dificultad, aprenderlo para trasmitirlo a los hijos.
Liberar las culpas te resultará de mucha tensión, pero considera tus respuestas a las siguientes preguntas:
- Cuando te sientes enojado o resentido ¿cómo expresas amor si, mientras tú estabas creciendo, tus padres o bien discutían o bien evitaban conscientemente la discusión?
- ¿Cómo logras que tus hijos te escuchen sin gritar ni castigarlos, si tus padres gritaban y te castigaban para mantener el control?
- ¿Cómo pides más apoyo si aun siendo niño tú te sentías permanentemente desatendido y decepcionado?
- ¿Cómo te abres y compartes tus sentimientos si temes ser rechazado?
- ¿Cómo le hablas a tu pareja si tus sentimientos dicen te odio?
- ¿Cómo le dices lo lamento si, de niño, tú eras castigado por cometer errores?
- ¿Cómo puedes admitir tus errores si le temes al castigo y al rechazo?
- ¿Cómo puedes mostrar tus sentimientos si, de pequeño, tú eras siempre rechazado o juzgado por sentirte perturbado o por llorar?
- ¿Cómo se supone que tú pidas lo que quieres si, en la infancia te hacían sentir mal por querer más?
- ¿Cómo se supone siquiera que sepas lo que estás sintiendo si tus padres no tenían el tiempo, la paciencia o la sabiduría para preguntarte cómo te sentías o qué era lo que te molestaba?
- ¿Cómo puedes aceptar las imperfecciones de tu pareja si en la niñez tú sentías que tenías que ser perfecto para merecer amor?
- ¿Cómo puedes escuchar los sentimientos de dolor de tu pareja si nadie escuchaba los tuyos?
- ¿Cómo puedes perdonar si tú no eras perdonado?
- ¿Cómo se supone que llores y alivies tu dolor y pesar si cuando eras tan solo una criatura, te decían siempre no llores o, cuándo vas a crecer o solo los bebés lloran?
- ¿Cómo puedes escuchar la decepción de tu pareja si de infante te hacían sentir responsable por el dolor de tu madre mucho antes de que pudieras comprender que tú no lo eras?
- ¿Cómo puedes escuchar la ira de tu pareja si en la puericia tu madre o tu padre te adosaban sus frustraciones a través de gritos y exigencias?
- ¿Cómo te abres y confías en tu pareja si las primeras personas en las que confiaste te traicionaron de alguna manera?
- ¿Cómo se supone que puedas comunicar tus sentimientos en forma respetuosa y afectuosa si no has tenido la práctica de dieciocho años sin la amenaza de ser rechazado o abandonado?
Reitero, no es el momento de cuestionar a los encargados de la formación y desarrollo, ellos hicieron lo que pudieron, tal vez para no ser categóricos, fueron también afectados por
estilos inadecuados, el momento histórico que les tocó vivir, la cultura, las normas, las tradiciones, sus frustraciones, sus traumas, su biología, en fin, todo lo que nos hace ser lo que somos.
El otro ejemplo muy tierno que pongo muchas veces y evidencia la comunicación entre un padre y su hijo, es Un nudo en la sábana…
En una junta de padres de familia de cierta escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres debían darle a sus hijos. También pedía que se hicieran presentes el máximo de tiempo posible. Ella entendía que, aunque la mayoría de los padres de la comunidad fueran trabajadores, deberían encontrar un poco de tiempo para dedicar y entender a los niños. Sin embargo, se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, en forma humilde, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana.
Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo. Al regresar del trabajo era muy tarde y el niño ya no estaba despierto. Explicó, además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia. Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba redimirse yendo a besarlo todas las noches cuando llegaba a su casa y, para que su hijo supiera de su presencia, él hacía un nudo en la punta de la sábana. Eso sucedía religiosamente todas las noches al ir a besarlo. Cuando el hijo despertaba y veía el nudo, sabía, a través de él, que su papá había estado allí y lo había besado. El nudo era el medio de comunicación entre ellos.
La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando constató que el hijo de ese padre era uno de los mejores alumnos de la escuela.
A veces las personas se preocupan tanto por la forma de decir las cosas que olvidan lo principal que es la comunicación a través del sentimiento. Son muchas las formas en que los humanos pueden hacerse presentes y comunicarse con otros, lo esencial es que el otro a quien va dirigido el mensaje lo perciba, lo sienta, que le llegue. Es necesario que las personas escuchen el lenguaje del corazón, los sentimientos hablan más alto que las palabras. Tal vez haya individuos que no entiendan el significado de algunas palabras, pero sí entienden el lenguaje del corazón, saben registrar un gesto de amor, de ternura, de cariño, una mirada afable.
Sobre la comunicación de sentimientos y emociones se puede decir mucho. Nos pareció esencial poner a si consideración los principios de la escucha activa, atenta, que garantizan la escucha efectiva y afectiva, así como los diez mandamientos para la comunicación y los consejos que sugiere el comunicólogo Ken Clarke:
- Toma las ideas centrales de lo que se te dice y exprésalas con tus palabras.
- Identifica los sentimientos expresados.
- Realiza preguntas a la otra persona.
- Ten paciencia.
- Sé empático.
- Observa de frente a tu interlocutor.
- No discutas mentalmente al escuchar.
- No asumas posiciones de antemano o durante la conversación.
De igual manera de efectivos son los diez mandamientos de la comunicación, o decálogo para el comunicador efectivo.
- Piensa con la cabeza antes de hablar con la boca.
- Precisa los objetivos que quieres lograr y las mejores estrategias para lograrlo.
- Adapta lo que quieres decir al receptor y a la situación.
- Selecciona el momento, el lugar y el canal oportuno y adecuado.
- Recuerda que la forma en que digas algo es tan importante como lo que se dice.
- Evita expresiones que dificultan el razonamiento y generan posiciones defensivas.
- Retroaliméntate para saber si eres entendido.
- Aprende a escuchar activamente.
- Muestra interés por lo que diga el otro.
- Sé flexible, adáptate a una situación que genere diálogo.
Sugerencias
- Expresa de forma cómoda los sentimientos y afectos a los que te rodean.
- Organiza ideas y acciones que te permitan expresar las emociones y sentimientos de manera cotidiana con tu familia: al amanecer, al acostarte, al salir, al regresar, al triunfar.
- Antes de dar respuesta a una indiferencia o a otra acción de tu pareja que te pueda disgustar mucho. escribe una carta de amor expresando todo lo relacionado con la ira, tristeza, temor, pesar y amor que te provocó la acción desagradable de tu media naranja.
- Dedícale un tiempo especial a comunicarle a tu hijo lo mucho que lo quieres, lo que representa para ti, aunque sea con un nudo en la sábana, pero que lo sepa.
- Ofrece disculpas cuando hieras los sentimientos o la susceptibilidad de tu pareja, familiares, amistades; te creces cuando le pides disculpas a tu hijo por pequeño que sea.
- Haz una limpieza de la mala hierba en tu huerto, saca los pensamientos y sentimientos negativos, canalízalos, busca ayuda profesional si no puedes por ti solo así podrás sembrar y recoger frutos y flores, sin resentimientos. Cambia la valencia de negativa a positiva.